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—Otro día desperdiciado, jodida
lluvia.
El menor de los Kaulitz bufó con
fastidio decidiéndose por ir a ver una de las películas que tenía desde hace
algunas semanas en espera.
La caja del DVD estaba en el
estante de la sala por lo que lo tomó, sonrió con satisfacción dirigiéndose hasta
su habitación dejándose caer en la cama.
Cuál sería su sorpresa que al
abrir la caja en el interior no había nada.
—Tom —gruñó para sí mismo sin
hacer nada más para cambiar eso, le daba una flojera enorme caminar
hasta la habitación
de su gemelo.
Estaba a punto de gritarle cuando
en su bolsillo el móvil vibro anunciándole la llegada de un mensaje de texto.
Olvidando por completo la película
se decidió a ver quién era, extrañándose de sobremanera al leer que era Tom el
remitente de aquel mensaje, extrañeza que se incremento cuando solo leyó un
pequeño “ven”.
Se incorporó de golpe, no sabiendo
que hacer.
“Muévete idiota”, fue el segundo
mensaje con el que su querido hermano lo hizo enfurecer.
—¡Serás cabrón! —gritó Bill,
seguro de que Tom lo escucharía sin importar que.
Un tercer mensaje hizo que su
curiosidad aumentara al máximo permitido y tomara la decisión de ir. Como su
hermano lo pedía, sin hacer el menor ruido.
Lo encontró en el pasillo con una
sonrisa cariñosa mientras miraba al interior de su habitación. Bill intentó
preguntar qué pasaba para tener a su hermano así, pero este rápidamente lo
detuvo haciendo un gesto que le indicaba que se aproximara y así lo hizo,
aunque no sin cierto recelo.
Cuando sus ojos enfocaron lo que
Tom miraba una cálida sensación inundo su pecho, ahí estaba su pequeña niña
junto a Alastor, uno de los mayores.
No solo era ese hecho el que le producía
eso, sino que estaba acomodada protectoramente sobre su cuello velando el sueño
profundo de su compañero. Un sonido lastimero se deslizo de entre los dientes
de él logrando espabilarla, para segundos después hacerla enderezarse con
cuidado de no despertarlo.
Ante los ojos incrédulos de los
gemelos empezó a lamerlo como si de un cachorro se tratara, Alastor abrió sus
parpados mostrando sus pequeños ojos agradecidos regresando la caricia que le
fue dada. Y cuando la perrita frotó su cabeza contra la de él dejó escapar un
suspiro cerrando los ojos disfrutando el cariño que su compañera le brindaba.
Con el mismo cuidado y dedicación
de sus anteriores acciones, la pequeña niña del gemelo menor se acerco hasta la
colcha de la cama de Tom empezando a jalarla, hasta lograr tapar al menos una
parte de Alastor. Satisfecha por eso, regresó a su anterior posición en el
cuello de él, cerrando sus ojos y empezando a roncar por lo bajo segundos
después.
Ambos hermanos se miraron con una
sonrisa, un día de lluvia no era un desperdicio si se disfrutaba con las
personas que amas.