lunes, 9 de julio de 2012

Mariposas [Femmslash]


Notas de autor:
Esta situado 12 años antes de “Cascabel” :)
Dedicado especialmente para Pink Girl, sin duda alguna es quien  inspiro esta serie. Gracias hermosa, por todo <3.
Que lo disfruten~



Mariposas

La pequeña cola negra se elevó, sus movimientos rítmicos no eran más que el reflejo de la concentración que Billie estaba empleando mientras su pequeño colmillo se encontraba casi perforando su labio inferior. El lápiz en su mano tembló ligeramente haciendo que la a que estaba por escribir saliera fuera del renglón.

Bufó molesta arrancando la hoja de su cuaderno, haciéndola una bola y arrojándola cerca del cesto de basura; junto a las 20 hojas anteriores.

Las orejas de Simonne se movían mientras su hija seguía con su labor, tenía una ligera sospecha de que era lo que hacia así que no quería molestarla, al contrario, le alegraba ver esa mirada en su pequeña de siete años.

Los pequeños ojos avellana se dirigieron a Simonne con nerviosismo, la cola negra se pegó a su dueña con algo de temor; hecho que solo divertía a la progenitora de Billie.

—Mami —habló con tono cantarín, la cola castaña se irguió dándole a entender a Billie que escuchaba. —¿El amor es malo?
—¿Por qué la pregunta cariño? —inquirió Simonne con una sonrisa sin despegar los ojos de su bordado.
—Creo que… —Billie carraspeó sonrojada desviando la mirada.
—El amor no es malo tesoro, solo es amor. —Se levantó para ir a rodear a su hija con sus abrazos mientras acariciaba los triángulos sobre la cabeza de Billie —. Solo actúa como tu corazón te indique, las palabras sobran cuando habla el corazón.
—Gracias —contestó Billie con sus ojos cerrados

Simonne sabía que no iba a ronronear; nunca lo había hecho ni siquiera de cachorra. El doctor había dicho que tal vez nunca lo haría aunque aún no entendía el porqué. Duraron unos segundos más así hasta que de improvisto Billie se separó empezando a correr, para regresar los pocos pasos depositando un beso en la mejilla de su mama.

—Vuelvo rápido —habló la gatita sin dar tiempo de una réplica, revisando que en su bolsillo estuviera su más grande tesoro. Al comprobar que lo traía se dirigió con prisa a la parte trasera de su casa.

Billie frunció el ceño al ver la barda, tenía que cruzarla sí o sí. Tomó impulso dando un gran salto, cerrando los ojos a mitad de su trayectoria con tan mala suerte que su cara dio contra el suelo.

—Se supone que los gatos siempre caen de… pie. —Ironizó una voz infantil mirando despectivamente a Billie.
—Cállate flacucha pecosa —gruñó Billie levantándose mientras se limpiaba las rodillas llenas de polvo —. Nadie te llamó.

La recién llegada volvió a reír mientras su peluda cola se agitaba con diversión, sus ojos azules se miraban del color del cielo gracias al cabello bicolor del que era dueña. Sus orejas con manchas se movieron para captar el sonido que se acercaba, empezó a olfatear olvidando por completo a la gatita que la miraba a punto de echársele encima.

—Viene hacia acá —dijo, ocasionando que el corazón de Billie martilleara en sus costillas y el aire le faltara —Broma, sabes que jamás vendría a estas calles.
—Alix eres una…—se detuvo al comprender que su insulto no iba a tener el efecto deseado y así fue, la cachorra de nueve años se rió despeinando su cabello con una mano.
—¿Perra? Esa es mi especie niña —se burló mostrando sus colmillos —, si me permites tengo algo que arreglar con cierta conejita miedosa.

Antes de que agregara más Billie salió corriendo, empujándola en el proceso.

Nadie, absolutamente nadie se interpondría entre ella y su pequeño amor asustadizo. Cruzó el bosque rápidamente mientras el viento le golpeaba en la cara y la sensación de libertad se apoderaba de ella.

Divisó el lugar donde sabía que ella estaría esperándola, o al menos eso quería creer.

—No me quiere —escuchó un débil lamento que hizo que su corazón se estrujara en el pecho. Era Tomie.

Alejó las ramas que obstruían su visión mirando como la pequeña conejita estaba en el suelo, abundantes lágrimas corrían por sus mejillas mientras se abrazaba las rodillas mirando al cielo. Una imagen de fragilidad pura, una que le partía el pequeño corazón en miles de pedacitos.

—¿Estás bien? —preguntó acercándose a ella, Tomie se sobresaltó intentando huir hasta que tropezó con sus propios pies cayendo sin remedio —. Miedosa.

Aún si no lo quisiera su tono no era amistoso, lo que ocasionó que las lágrimas en los ojos avellana se derramaran de nuevo mientras Tomie le daba la espalda, haciendo que Billie se sintiera mal. Su vientre burbujeaba con un sentimiento que en sus cortos años de vida nunca había experimentado, sentimiento que le daba a sus instintos la orden de descuartizar con sus pequeñas garras al responsable de esas lágrimas. No soportaba mirar a su conejita llorar.

—¿Quién te hizo llorar?
—No me quiere —volvió a decir Tomie abrazándose a sí misma, la trenza que era su cabello rubio estaba deshaciéndose por su débil agarre, Billie aún con su recelo de acercarse en el estado que estaba lo hizo.
—¿Quién? —preguntó esta vez en tono más calmado.
—Ella —sus ojos giraron a la dirección en la que señalaba Tomie y sin quererlo una sonrisa se instaló en sus labios.
—¿Ella? —Billie al mirarla asentir se sentó junto a la conejita —¿Te gusta?
—La amo —aceptó con sus mejillas carmín, de nuevo ese sentimiento fue como un huracán en la autoestima de la gatita quien soltó un débil siseo. —¿Qué tienes Billie?

La confusión había teñido la voz infantil de Tomie, la cola negra se tenso mientras las orejas se pegaban al cráneo de la pelinegra.

—Nada.

Era una debilidad admitir que se sentía confundida y perturbada por lo que acababa de escuchar, estaban amenazando lo que era de ella. Tomie era para Billie, eso era lo que pensaba la gatita.

Las orejas peludas de Tomie se irguieron escuchando como los colmillos diminutos chocaban dentro de la boca de Billie preguntándose qué le pasaba a su amiga de juegos. Para Tomie, Billie era una de las personas que siempre estaban sonriendo, su lado más inocente la llevo a pensar que la había molestado empezando a sentirse mal, perdería a su única amiga.

—Perdóname Billie —se abrazó al delgado cuerpo empezando a vibrar, mientras más lágrimas salían de sus ojos ya rojos de tanto que lo había hecho. —No te vayas, no me dejes.

Billie enrojeció al verse presa de los brazos de Tomie, aprovechando su posición despeino la trenza dejando suelto el cabello rubio cómo rayos de sol. Sonriendo al darse cuenta que era muy suave.

—No me iré —dijo ahora siendo ella quien rodeara a Tomie para atraerla a su cuerpo —, pero dime que tampoco me dejaras.
—No, nunca te dejaré ir —dijo Tomie solemne con una sonrisa.

Billie limpió los restos de lagrimas con una sonrisa, haciéndose hacia atrás aún con Tomie entre sus brazos, las dos cayeron entre risas infantiles que resonaron asustando a algunas aves cercanas. Duraron un rato ahí, las dos abrazadas disfrutando como el viento revoloteaba sus cabellos, el cómo sus pequeños cuerpos se ajustaban a la perfección. Billie amaba sentir tan cerca a Tomie, aún si sus razas eran diferentes.

—¿Por qué te enamoraste de ella? — preguntó Billie al fin armándose de valor.
—Porque es hermosa, la manera en que se mueve, en que es me hace amarla. —Las mejillas de Tomie se colorearon de rosado haciendo que el malestar en Billie aumentara —. No es tan difícil de entender sí la vez.
—Entiendo —le sonrió Billie tragándose la maldición que estaba a punto de soltar.
—¿Te has enamorado alguna vez? —preguntó la conejita.

Billie no le contestó, solo se giro dándole la espalda. Eso le indicó a Tomie que algo estaba mal

—¿Qué pasa?
—Una sola.

Las ideas escaparon de la mente de la niña, congelándola en su sitio. Su amiga, casi hermana estaba enamorada de alguien, contrario a lo que pensó eso no la hacía feliz. Sintió sus mejillas húmedas, pequeños sollozos salían de sus labios. Billie se dio la vuelta para verla mientras aún acostada volvía a envolverla en sus brazos.

—No llores, no llores —pidió apretándola mientras sus propias lagrimas corrían libres.
—¿De quién? —la curiosidad era algo que Tomie no podía ocultar, pero esta vez el dolor pintaba su voz infantil.

El silencio que siguió hizo que la conejita se acurrucara cerca del cuello de Billie mientras jugueteaba con mechones de su cabello tratando de calmarse. Sabía que a la chica gato le costaba hablar sobre sus sentimientos, pero estaba cerca de Tomie; la única que sabía todo sobre ella.

—Está enamorada.

Un alto en la cabeza de Tomie, Billie amaba a una chica.

—¿Alix?

Billie negó sin atreverse a verla, su orgullo gatuno estaba ganando la batalla.

—No me quiere. —Su tono fue solo un murmullo débil aún así Tomie fue capaz de percibir un poco de dolor en el.
—¿Quién no iba a quererte? —Tomie frunció el ceño refunfuñando.

La niña gato miró a la conejita al fin, sus ojos se quedaron hechizados por los avellana de Tomie.

—Te enamoraste de una mariposa —dijo Billie empezando a acariciar el labio inferior —¿Por qué no pudiste hacerlo de mi?

Tomie abrió los labios en una perfecta o, al fin comprendiendo lo que significaban las miradas de Billie, sus abrazos, sus detalles. Al fin caía en la cuenta de cómo sus pensamientos infantiles no la habían dejado ver la verdad.

—¿Qué?
—Te amo —susurró Billie atreviéndose al fin a confesarse, sus mejillas se pintaron de carmín mientras su cola se movía en busca de la de Tomie para aferrarse a ella.
—¿Cómo los adultos? —Tomie frunció el ceño contrariada, pero Billie negó.
—No, yo te amo de verdad —dijo solemne empezando a acercar su rostro al de Tomie —¿Puedo enamorarte?
—Podemos intentarlo —la conejita la miro con una sonrisa. Billie tanteo en el bolsillo de su pantalón hasta que el objeto hizo un sonido que captó la atención de Tomie.
—Te lo doy —Billie lo puso en una de las manos de la conejita, un precioso cascabel dorado, su mayor tesoro. —El día en que me ames y me quieras contigo por el resto de tu vida me lo devolverás  —Tomie solo la miraba hablar, aferrándose al único objeto que la unía de verdad a Billie—  y ese día serás mía por siempre.

Tomie asintió volviendo nula la distancia entre las dos, y aún cuando el beso no fue más que un pequeño rose de labios ambas se sintieron completas, convirtiéndose en una sola en ese pequeño gesto. Separándose cuando un ruido se hizo presente en el pecho de Billie.

—Billie estas…
—Es por ti —le sonrió abrazándose de nuevo a Tomie, volviendo su primer ronroneo más sonoro —. Siempre te esperé a ti conejita.

.

—Despierta, despierta —Billie frunció el ceño abrazándose aún más a la almohada entre sus brazos, notando que esta estaba empezando a calentarse. —Me estas ahogando.
—¡Tomie! —gritó incorporándose de golpe volviendo a la realidad, miró en todas direcciones hasta que la suave risa de Tomie la cortó haciéndola fijar su penetrante mirada gatuna en ella. —¿El chiste?
—Tu cabello es un nido de aves —se mofó la conejita sin ocultar su diversión. Billie se dejo caer de nuevo para después buscar el calor de Tomie, acurrucándose entre sus senos.
—Abrázame —dijo con un puchero, sintiendo cómo era obedecida
—¿Qué soñabas? —preguntó Tomie después de un momento —, te movías mucho diciendo mi nombre.
—Nada de lo que te imaginas —le guiñó Billie con picardía al mirar las mejillas enrojeciéndose de la otra —; cuando me declaré.
—Ya, cuando estabas celosa —se rió Tomie entre dientes recordando su infantil enamoramiento.
—¿Por qué querer una mariposa teniéndome a mí? —el ceño de la gatita se frunció chasqueando la lengua.
—Posesiva
—Contesta —Billie achicó los ojos enderezándose para ver fijamente a Tomie, a lo que ella se encogió de hombros.
—Tenía siete años —le restó importancia —además ahora que lo pienso, la mariposa me recordaba demasiado a ti.
—No, no soy ella. No me parezco a ella y nunca me pareceré —el tono que utilizó Billie hizo sonreír a Tomie.
—¿Aún estas celosa por eso? —preguntó mientras se pegaba al cuerpo de la chica de diecinueve años,  la cola de Billie se enrosco en una de las muñecas de Tomie lo que la obligo a mirarla a los ojos.
—No, no lo estoy —acarició sus mejillas empezando a ronronear sonoramente. —Porque eres mía.
—Siempre lo he sido —Tomie la beso con lentitud entregándole sus sentimientos en ese beso, una experiencia única en cada caricia compartida por ambas. —Y de todas las mariposas del cielo, a la única que amaré es a ti.

4 comentarios:

  1. omg *-* se había enamorado de una mariposa awww~ me encantó mucho, tienes una forma de escribir tan tierna <3 me encanta. Así que así era el origen del famoso cascabel *-* linda historia de amor, espero lo que sigue y muchas gracias por dedicármelo <3

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    1. <3 Gracias gatita *-* <3!
      Y si, este era. Una promesa de amor por siempre <3 aww's
      Pronto, lo tendras pronto <3!
      De nada hermosa, es para ti <3

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  2. Awww... Qué ternura May!
    "No, yo te amo de verdad." Los adultos somos tan complicados...
    Jajaja, me encantó el intento de insulto: "Perra"... Pero tampoco fue un halago eh?
    Mil gracias May!!! <3

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    1. Gracias Lia <3.
      Y si, son un par de ternuritas. Esas son las cosas que no cambian con el tiempo :3

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