jueves, 3 de enero de 2013

Stendhal


Stendhal
Para Tomie, haberse mudado a escasos dos meses para terminar su año escolar no había sido la decisión más madura y responsable que su padre había hecho, aún si era por trabajo. Peor, haber dejado atrás a todo lo que le era familiar la hacía sentirse confusa. Aunque no es como si fuera a extrañar a alguien en primer lugar, lo único que echaba de menos era el confort de lo conocido.
Suspiro audiblemente saliendo de su ensoñación con un parpadeo, sin intención había estado garabateando distraída sobre su libreta. Su ceño se frunció en concentración dando trazos delicados sobre lo que fuera la extraña cosa sin forma que hacía.
—Como recordarán —la voz del maestro cortó de tajo la frustración que empezaba a emerger en ella, cuando cayó en la cuenta de lo que estaba escrito en la pizarra: una fecha. No pudo más que regocijarse y estremecerse al mismo tiempo —, el proyecto final es entregar una muestra del arte en la que más se destaquen. Deben decirme desde ya que es lo que planean entregar, en base a eso les diré quien será él o la modelo que les tocará.
Escultura, decidió Tomie en su fuero interno de manera rápida, solo sería necesario decidir los materiales para hacerlo. Sonrió complacida consigo misma con su elección.
—También, entre más rápido se decidan mejores modelos tendrán. Y les dejo en claro algo, no habrá cambios de ningún tipo sin excepción —los chicos empezaron a hacer silbidos para nada educados causando que la vena en la frente del maestro de Tomie empezara a palpitar con violencia. —¡Se verán obligados a pasar al menos una hora desde la próxima semana con sus modelos! Es una orden.
Tomie escondió su sonrisa burlona, si le tocaba pasar la hora con un chico estaría bien. Era una lesbiana declarada, no le causaría ningún problema con sus padres y no tendría por qué haber silencios incómodos o formalidades de ningún tipo.
Aunque, pensándolo bien ¿quién demonios se creía su maestro para pedir semejante estupidez? Bufó regresando la mirada a su cuaderno. Tenía cosas más interesantes que pensar.
—Señor Morgan— dijo Tomie acercándose hasta el profesor cuando la clase había concluido. Él le regreso la mirada con curiosidad, toda la escuela sabía de la fascinación que parecía tener con ella. Su talento era digno de admirarse, a propias palabras del docente.
—Dígame señorita Trümper—la animó a seguir con una sonrisa.
—Tengo mi proyecto final—se aclaró la garganta un tanto incómoda, odiaba ser el centro de atención de aquel hombre. —Escultura, aunque aún no decido en que material—aclaró rápidamente Tomie, notando como el ceño de su interlocutor se fruncía.
—Bien—caviló la respuesta un segundo más antes de relajar su expresión. De haber sido heterosexual, Tomie no dudaba que podría haberle gustado el tipo al verle sonreír. —Tu modelo es Anabelle.
—¿Disculpe? ¿Quién es ella?—preguntó con un tono confuso, no recordaba ese nombre de entre todos los que su madre la había hecho leer para adaptarse a su nueva escuela.

El señor Morgan la miró divertido por su expresión confusa.
—La próxima semana la conocerás— le sonrió dando por terminada la conversación.
La semana pasó demasiado deprisa, entre sus deberes en la escuela y su hogar apenas y le quedaba tiempo para ir con el psicólogo de la escuela. Era el encargado de monitorear cada uno de sus pasos con el fin de que se sintiera bien en la escuela.
Podría decirse que Tomie estaba bien, aun no tenía amigas pero todo el mundo la saludaba cuando pasaba y más de un chico trataba de coquetear con ella, recibiendo un golpe en las costillas. ¿Quién podía culparlos? Con su cabello rubio, unos intensos ojos marrones y una sonrisa en sus labios cualquiera caía en sus encantos. Al menos Tomie sabía que no se fijaban en ella por sus curvas, lograba disimularlas muy bien con la ropa tres tallas más grandes que de la que verdad usaba.
Su cuello cosquilleo al recordar el nombre de su modelo, había creído que le tocaría un chico porque su maestro la creía hetero, pero ahora se encontraba en un dilema. No la conocía, había repasado el listado de nombres, he incluso le pidió a su madre las listas de otros cursos y grados, encontrándose con un montón de personas y nombre diferentes, ninguna llamada así. Sabía que sería malditamente bella, no por algo era modelo pero eso no ayudaba con su nerviosismo.
—¿Qué te preocupa querida? —.Su madre Simone le sonrió desde el otro lado de la mesa de la cafetería. 
—¿Por qué no comes con los demás profesores? —preguntó con la mirada fija en su sándwich, al levantar la mirada y ver la expresión de dolor en la cara de su progenitora se apresuró a continuar —, no es que me moleste comer contigo, es sólo que es extraño...
—No eres la única con problemas para adaptarse —murmuró Simone por lo bajo siendo ahora ella la que se concentrara en su comida —, no es algo que Jörg deba saber.
—Lo sé —contestó Tomie dando por terminada la conversación cuando empezó a masticar sin cuidado alguno su emparedado.
Aún si ambas se quejarán, eso no las devolvería a su hogar anterior. Lo sabían, así que sólo se dedicaban a sonreír cuando el padre de Tomie estaba en la habitación.
El timbre sonó haciendo que la rubia se levantara con cierta pesadez, hoy conocería a su modelo y no había hablado de la hora que debería pasar con ella en casa.
—Madr...Profesora Trümper—se corrigió mentalmente, el trato madre-hija se terminaba en cuanto el timbre se escuchaba—, una compañera irá hoy a casa.
La curiosidad bailó en los ojos marrones haciéndola avergonzarse hasta la médula, agarró su mochila sin cuidado dirigiéndose a su salón de clases.
—No me esperes, saldré tarde.
Tomie quería patearse, pero sólo se maldijo mentalmente. El movimiento de Simonne era predecible, sus palabras solo le indicaban que no creía que era una compañera sino un nuevo ligue el que iría a su casa. Carraspeo incómoda, acomodándose la mochila a la espalda.
Los pasillos aún estaban llenos de estudiantes sin interés por meterse a sus aulas, odiaba eso porque era una persona puntual, pero no se pondría en papel de arreadora de ganado estudiantil. Eso solo le traería consecuencias para nada deseables.
El aula doscientos cinco estaba a la vista, sonrió cuando el aroma de pintura fresca se coló por sus fosas nasales. El señor Morgan le sonrió al final del salón haciendo un ademan para que se acercara.
Pero no lo hizo.
En lugar de eso, Tomie se quedo estática mirando a la chica aún lado de él, su cabello negro caía en cascada sobre su espalda completamente lacio, sus ojos marrones la observaban mientras sus labios se curvaban en una sonrisa pequeña. La siguió evaluando, recorriendo cada centímetro de su cuello llegando hasta sus pechos redondos, la respiración de Tomie se atoró en su garganta mientras seguía descendiendo hasta llegar a su estrecha cintura, comiéndose con los ojos sus largas piernas favorecidas por el short negro.
Era la primera vez que la veía y Tomie supo que estaba en problemas, el errático latido en su pecho era prueba más que suficiente para constatar ese hecho. Sus labios temblaron mientras palidecía, retrocedió lo más lentamente posible como si aquella criatura fuera una peligrosa serpiente.
Huyó del salón de clases sin dar tiempo a nada más, estaba verdaderamente jodida. No se detuvo hasta que llegó a su coche, las piernas les temblaban más que nunca, su ritmo cardíaco seguía descontrolado mientras la confusión se cernía sobre ella. ¿Quién era ella? No, ella no podía ser Anabelle.
Apretó los párpados intentando borrar la imagen de la chica, su corazón se aceleró el doble al recordar la curva de sus labios adornados con un lunar justo bajo ellos. Gimió dándose un golpe contra el capo del estático auto.
—Mierda—masculló entre dientes, al menos el dolor la distrajo lo suficiente como para abrir la puerta antes de colapsar. Tenía que escapar, tecleo un rápido mensaje a Simonne sabiendo que la excusaría de su clase de arte.
No sabía porque, pero debía escapar de ella. No podía respirar su mismo aire, era demasiado para ella.
This is who I am and I am hurting you, what can I say? What can I do?— cantó Tomie a todo pulmón mientras se deslizaba de aquí a allá con pincel en mano. La música sonaba al máximo volumen haciéndola sentir que sus tímpanos estaban a punto de sangrar. Dio dos brochazos sin mucho tacto sobre el lienzo salpicándose de pintura de colores, río graciosamente deteniéndose para ajustarse el pañuelo y no ensuciar su cabello—. No matter how strong my feelings are... I always end up hurting you.
A lo lejos el timbre se escuchó, aunque la rubia no le tomó importancia. Se limpió las manos en su bóxer dejándole una gran mancha de un extraño matiz verdusco.
El golpe en la puerta la distrajo de su tarea, haciendo que Tomie saliera al pasillo y desde la escalera taladrara al objeto de madera con rencor.
—¡¿Quién?! —. Gritó con enojo, comprobando con satisfacción que el golpe se detuvo.
—¿Tomie Trümper? —escuchó que preguntaron al otro lado de la puerta, su estómago se contrajo con la anticipación. Su corazón dio un golpeteo indeciso en su pecho y las rodillas amenazaban con ceder ante su peso. Y ni siquiera la había visto.
No necesitaba confirmarlo, algo dentro de ella sabía quien estaba en el pórtico.
—¿Anabelle Kaulitz? —se atrevió a preguntar tratando de no ahogarse con su propia voz.
—Sí.
Esa sola sílaba la hizo retroceder como si alguien estuviera amenazándola con un cuchillo, se estremeció sin saber si era por miedo o porque carajos se comportaba como una lunática. Lo único que sabía que no podía estar cerca de ella, se sentía como una impura admirando la más bella de las creaciones y eso la entristecía de sobremanera.
—Vete —habló Tomie a duras penas.
—¿Estás bien? —preguntó la muchacha tras la puerta y aunque la rubia no miraba su expresión podía deducir su preocupación por el tono de su voz—, ¿es algún problema conmigo? Parece que viste al demonio mismo hoy en tu clase y yo....
—¡Sólo vete!—gritó, callando de golpe a la otra.
Los pasos alejándose no se hicieron esperar, pero no se confió.
Después de unos segundos sin escuchar nada, Tomie pudo relajarse. Se dejó caer en el sofá de la sala sin mucho cuidado. Era de idiotas actuar como ella lo hacía, pero simplemente no podía permanecer cerca de esa chica.

—Es tan grosero lo que haces —una voz bastante enfadada la hizo abrir los ojos, Tomie se incorporó de golpe y cuando enfocó a Anabelle prácticamente se fue de culo al suelo.
—¡Estas violando propiedad privada! —gritó con una escusa estúpida hasta para sus propios oídos.
—Tu mamá dijo que podría entrar por la puerta de atrás —se encogió de hombros ignorando el hecho de que las mejillas de Tomie se estaban pintando escarlata, como si toda la sangre de su cuerpo se hubiera reunido ahí para tomar un coctel —, que te pondrías un poco…huraña.
Tomie quiso reír, pero solo se quedo con la mirada clavada en el piso. Sentía sus oídos palpitar, como si su corazón se encontrara tras sus oídos.
—No me siento bien, Anabelle —.Tomie prefirió decir la verdad, sintiéndose una cobarde por escapar así de su modelo, ni ella misma se explicaba su comportamiento. 
—Se supone que debo pasar una hora aquí —dijo Anabelle, como si Tomie nunca hubiera hablado —, puedes dormir mientras yo avanzo con mis deberes.
Tomie mató al señor Morgan en sus pensamientos al menos unas cuatrocientas veces en menos de un parpadeo, lo odiaba hasta en lo más recóndito de sus entrañas. Con gusto sería capaz de destazarlo y dárselo a los perros sin hogar.
Una mano helada la sacó de golpe de su repentino lapso asesino, los ojos de Tomie se ampliaron enormemente al ver a Anabelle a centímetros de su rostro, su escote mostrando un poco de sus senos. Ambas miradas se encontraron y la morena le sonrió.
—Quiero besarte —.Anabelle acarició el labio inferior de Tomie haciendo que su estremecimiento se incrementara, su corazón ya disparado inicio una carrera aun más acelerada que la anterior.  
Los labios suaves y rosados se posaron sobre los otros, con una caricia dulce que se fue volviendo más agresiva conforme pasaban los segundos.
—Tomie —gimió la morena entre sus brazos cuando la recostó en la alfombra persa de Simonne, cerró los ojos dejándose arrastrar por sus acciones. Acarició uno de los pechos suaves notando como el cuerpo bajo ella se estremecía ante sus caricias. Siguió despacio disfrutando de la tersa piel hasta llegar a su vientre, donde jugueteo sobre el ombligo dirigiéndose más abajo, donde el seguro del short estaba.
El olor a alcohol penetró sus fosas nasales, haciéndola sacudirse mientras parpadeaba.
—Al fin despiertas, me diste un susto de muerte —la mirada reprochadora de Anabelle no se hizo esperar —, ¿enserio doy tanto miedo que tienes que desmayarte? —gruñó dejándola tendida en el suelo, Tomie parpadeo confundida mientras su cerebro procesaba lo que creía que había pasado.
—¿Me desmaye? —preguntó a su vez la rubia, siendo ignoraba por Anabelle.
Ambas duraron así varios minutos, completamente en silencio, Tomie estudió el perfil de su acompañante con cuidado, notando su pequeña nariz y la curva de sus labios.
—No te muevas Anabelle —ordenó mientras corría por su bloc de dibujos, regresó solo para encontrarla en la misma posición. Estaba tan inmóvil que Tomie se pregunto en su fuero interno si es que respiraba.
—Billie —masculló suavemente sin moverse —. Odio Anabelle, llámame Billie.
—Bien Billie, siento lo de antes —se disculpó Tomie completamente avergonzada mientras empezaba a dibujar un boceto.
—Descuida, solo fue un poco extraño.
«Y que lo digas» , pensó Tomie, ahora que se había calmado un poco otra clase de sensaciones se habían apoderado de ella.
—También por dejarte en el salón de clases y…
—Ya entendí, no hay problema —el rostro de Billie estaba sin expresión al decir aquello, pero Tomie pudo notar que hablaba enserio —.No serías la primera en hacerlo de todos modos.
—¿Por qué? —demandó Tomie con mucha curiosidad, sin despegar los ojos de su trabajo.
—Solo te diré que tienes suerte que el próximo mes sea diciembre y debas entregar tu trabajo, antes de…—.Billie se cortó a sí misma, había desviado la mirada hacia Tomie solo una fracción de segundo, sabía que había arruinado su dibujo —.Olvídalo.
Tomie frunció el ceño empezando de nuevo en otra hoja en limpio, hasta que notó la mano en el vientre de Billie cayó en la cuenta de lo que se refería. Se mordió la lengua mientras seguía con su trabajo, ella era su modelo y aún si la convivencia seria obligatoria no tenía porque hablar con ella.

—Tienes que estar bromeando —.Billie estaba casi literalmente como pez fuera del agua, con sus labios abiertos en una perfecta O.
—¿Qué? —gruñó agarrando su bandeja de comida. Bien, tal vez sus planes de no hablarle se habían visto afectados desde que la chica le había sonreído al siguiente día en la puerta de la escuela.
Tomie descubrió que estaban en el mismo curso y no solo eso, ambas tenían la misma edad y nacieron el mes de septiembre. Compartían más cosas de las que creían.
También al fin había sabido el porqué Billie no aparecía en la lista que Simone le había dado. Se suponía que la chica dejaría de estudiar debido a su embarazo, pero al haber huido de casa de sus padres aquello no estaba a discusión. Billie estudiaría si o si.
Al menos eso es lo que Simone y los demás maestros sabían. Lo que no sabía Tomie era porque el señor Morgan la había elegido a ella para ser su modelo. No negaba lo hermosa que era, pero su proyecto requería disciplina y Billie ya tenía demasiadas cosas encima.
—Puedo comerme dos hamburguesas yo sola, tengo hambre —se defendió   Tomie tomando una coca-cola de la maquina —, tú eres la que debería comer más —la señaló mientras tomaba una manzana extra, poniéndola en la bandeja de Billie—, estas más delgada, ¿has comido bien?
Apenas habían pasado dos semanas, pero en el vientre de la morena empezaba a aclararse la forma de una pequeña pelota.
«Bebé», se corrigió Tomie, sintiendo sus entrañas contraerse de enojo. A pesar de no hablar sobre el tema del padre era obvio que no iba a hacerse responsable del bebé. Más que eso, Tomie estaba molesta por aquel que había osado profanar tan bello cuerpo.
—Si Tomie, he comido bien —.Anabelle roló los ojos con fastidio actuado mientras le daba un ligero empujón —,pero no necesito demostrarlo como tú.
El roce la dejó aturdida, como la primera vez que la había visto, sus piernas amenazaron con tirarla al suelo sino se sentaba de una vez. Billie al notar su expresión desvió la mirada.
—Perdona —dijo rápidamente mientras se alejaba lo más posible para darle su espacio personal, pero manteniéndose aun así a su lado.
—Vamos a sentarnos —pidió Tomie sintiendo el impulso de arrojar su comida en ese instante y besar a Billie.
Había hablado con el psicólogo y después de la confirmación de su sospecha estaba deseosa de empezar el tratamiento. Tal vez las hormonas de Anabelle empezaban a afectarla también.
Simone las esperaba a un lado de la mesa donde acostumbraban sentarse, ahora que Billie estaba con Tomie ella comía en la sala de maestros. Les sonrió a ambas mientras las veía acercarse.
Anabelle desvió la mirada rápidamente al verla, se sentó saludando con un escueto:
—Hola profesora Trümper.
—¿Qué pasa mamá? —preguntó Tomie al ver la reacción de Billie.
—Quería hablar con ambas —se aclaró la garganta mirando la silla en medio de donde planeaban sentarse—, ¿puedo?
—Si —.Tomie seguía al pendiente de Billie y de cómo su rostro palidecía rápidamente —,¿te sientes bien Anabelle?
Billie volteó a verla rápidamente, Tomie solo le llamaba por su nombre cuando el asunto era de verdad serio, la morena asintió para después ver a Simone.
—No es algo que la escuela deba hacer —aclaró intentando no sonar grosera —,es mi problema no el suyo.
—¿Mamá? —.Inquirió Tomie con una ceja alzada, cuando su progenitora sonrió Billie se estremeció.
—Una persona vino a buscar a la señorita Anabelle, más certeramente su casero. Tiene esta semana para pagar su habitación o será demandada, sus cosas están en la dirección —.Le explicó rápidamente Simone.
Tomie clavó la mirada en Billie, los ojos de la morena estaban llenos de lágrimas no derramadas y por primera vez, Tomie fue capaz de ver la verdadera fragilidad que la envolvía.
—Eso no pasará —dijo solemne, mientras se acercaba a rodear los hombros de Billie —.No dejaré que suceda.
—De eso quería hablarles —.Simone le sonrió a su hija, su instinto de madre no se había equivocado—, la deuda ya fue pagada entre todos los docentes y las cosas de Anabelle están en tu coche hija. Se irá a vivir con nosotros.
En shock, así estaban ambas. Se miraron a los ojos y Simone aprovechó la oportunidad para desaparecer. La cafetería entera tenía los ojos fijos en ellas,  pero a Tomie eso no le importó, tomo las mejillas de Billie que ahora estaban húmedas por las lágrimas y la besó.
Dulce y suave, solo un roce pequeño que la llevó hasta el cielo mismo, casi sentía la caricia de las nubes en su piel.
—Primero embarazada y ahora lesbiana —una voz masculina cortó el momento de tajo, Tomie sintió a Billie estremecerse con más fuerza y cuando se separaron, sus ojos le dijeron lo que quería saber.
«Es él », cantaban las orbes marrones con algo de temor.
Tomie se dio la vuelta, sus rastas recién adquiridas se balancearon con el movimiento como las víboras en la cabeza de Medusa.
—¿Se te ofrece algo Sam? —preguntó con tono firme y sabia, que si el presidente de la sociedad de alumnos no fuera un completo imbécil con el cerebro lleno de moscas habría sido capaz de escuchar la amenaza en su voz.
—Solo me divierto mirando a mi juguete —señaló a Billie sin ningún tipo de consideración y eso enfureció aún más a Tomie—, ¿te lo dijo verdad? Que intentó hacerme creer que el bastardo que espera es mío.
—Perdón si me rio —contestó sarcástica a su vez—, pero ese niño es mío.
La cafetería estaba en un silencio de ultratumba, incluso los chicos con audífonos habían detenido la música a la espera de la confrontación.
—¿Tuyo? —se burló Sam parándose justo frente a Tomie, la ventaja de la rubia era que estaban casi a la misma altura por lo que la intimidación que esperaba conseguir el chico no se dio.
—Mío y de Billie —.Tomie le guiñó un ojo, regocijándose al ver la mandíbula masculina tensarse —, pero no te preocupes esta lesbiana tiene incluso más huevos que tú.
Eso fue todo lo que necesito para sacarlo de quicio, se arrojó sobre ella y al esperar una respuesta tan cavernícola de parte del chico solo se movió a un lado ocasionando que fuera a parar a su plato de hamburguesas.
Sam levantó la mirada solo para encontrarse con la mirada furiosa de Billie, sin meditarlo siquiera levantó su propia bandeja y se la estrelló en la cabeza. Varios  pedazos de lechuga de su ensalada se desparramaron en la mesa, pero la gran mayoría termino sobre el rostro del chico.
Este se incorporó dispuesto a cualquier cosa contra ambas cuando una mano más grande lo detuvo.
—Es suficiente —.El señor Morgan dijo mientras el guardia de seguridad le indicaba el camino a dirección —.Ustedes dos, vengan conmigo.
Tomie llegó hasta Anabelle, rodeándola con un brazo. Un estremecimiento la recorrió completa, pero no detuvo la caricia sobre la piel desnuda del brazo de Billie.
Al llegar al salón de artes ambas compartieron un segundo estremecimiento, después de que la adrenalina había bajado se daban cuenta de la magnitud de sus acciones.
 —Lo si…—la risa del profesor interrumpió la disculpa de Tomie, más que eso, las había dejado todavía más confundidas de lo que ya estaban.
—Eso fue genial chicas —.Morgan seguía riendo esta vez deteniéndose las costillas, como si estas fueran a perforar su piel —, ese chico se lo merecía.
Ambas chicas se vieron y después al profesor.
—Oh, no se preocupen, solo quería sacarlas de ahí antes de que una ola de fans arrasara con ustedes —explicó rápidamente guiñándoles un ojo —, además tu madre me pidió un favor así que ambas pueden retirarse.
Tomie asintió entrelazando los dedos con los de Billie, empezando a andar.
—Por cierto Tomie —las detuvo antes de que salieran por completo del aula —, quiero pedirte permiso, para exponer tu obra. Tu escultura fue sin duda la mejor de la clase sin mencionar el hecho de que crea un gran impacto al verse
—Si Billie está de acuerdo, no tengo ninguna objeción —.Contestó mirando a la morena. Aún si la obra era suya la modelo principal había sido ella, Tomie no solo había plasmado la belleza física de Billie, sino que también había recreado los sentimientos maternos en la estatua, en un momento que había sido robado por ella. Anabelle tenía la última palabra.
—Como desee, si no le importa tengo algo que hacer.
Sin esperar una respuesta, Anabelle estaba sobre los labios de Tomie. Besándola con ansias, sintiendo el corazón de la rubia en una loca carrera que competía con la de su propio corazón.
—Vamos a casa.

Era Nochebuena y Tomie se encontraba arropada hasta las orejas, sus padres habían salido después de las diez con la escusa de visitar a unos viejos amigos. La rubia enrojeció dándose cuenta de cuáles eran sus verdaderas intensiones, esperaba no haber sido muy obvia las últimas noches donde las caricias entre ella y Billie habían subido de mucha intensidad, pero sin llegar a nada más que eso.
—Uhm, Tomie —llamó Anabelle tras ella, iba a voltearse pero apenas había efectuado el mínimo movimiento y Billie la cortó —, espera, primero quiero darte las gracias por… todo.
—Soy yo quien debería agradecerte —el corazón volvía a palpitarle con fuerza, empezaba a sentirse un poco confusa y el vértigo se extendió a lo largo de sus extremidades.
Era como saltar de una avioneta sin nada para sostenerte más que su propia fuerza de voluntad, aunque literalmente era un suicidio se sentía bien. Así la hacía sentir Billie, atontada, confundida, sin voluntad propia y con un vértigo de los mil demonios, pero sobre todo la hacía sentir amada. Porque ambas se amaban sin importar que.
—Te tengo un regalo —suspiró en su oído, causando un estremecimiento en Tomie y otra reacción en su vientre que se negaba a desaparecer —, cierra los ojos.
—Pero…
—Nada, obedece—. Billie cortó su reclamo con una sonrisa, complacida cuando Tomie obedeció —.Feliz Navidad Tomie.
Si no hubiera estado casi recostada sobre el sofá (el mismo desde el cual se desmayó la primera vez cuando se encontró con Billie en su casa) hubiera caído de culo otra vez.
Frente a Tomie, Billie le sonreía con solo un pequeño moño rojo atado a su abultado vientre, nada más.
Intentar decir algo racional estaba fuera de las funciones de Tomie en ese momento, lo único que podía apreciar era la manera en que las mejillas de Anabelle se coloreaban de un bonito rojo, del como su cabello negro caía sobre sus pechos cubriendo sus pezones y de cómo sus piernas se veían aun más largas sin nada.
—He muerto y veo un ángel —balbuceo Tomie completamente embelesada.
—No seas tonta —se rió Billie caminando hasta ella, besó los labios de Tomie atrayéndola hacia sí—, si los ángeles existen, no soy uno de ellos.
—Si existieran, envidiarían la belleza que posees —le contestó la rubia acariciando su vientre —. Te amo Anabelle.
—Te amo —dijo a su vez Billie empezando a juguetear con la blusa de Tomie —.Y estuve hablando con mi tío, no es que haya roto su código contigo, solo le pedí ayuda con mi novia que al parecer no soportaba estar cerca de mí.
Tomie enrojeció, hacia apenas unos días atrás se había enterado de que su psicólogo el señor Kaulitz era tío de Anabelle, y que ella había estado indagando acerca de lo que le pasaba.
—¿Cuál fue el diagnostico para ella? —preguntó mordisqueando los labios de Billie.
—Uh.. dijo algo sobre un tipo… Stendhal —apenas salían las palabras, Tomie se estaba encargando de juguetear con uno de sus pezones haciendo que sus ya revolucionadas hormonas se pusieran en movimiento — y creo que olvide lo demás.
—Ya no importa, me curaste Billie —se rió Tomie recostándola en el sofá, olvidando el frio del infierno que había tenido diez minutos atrás —, sino te importa quiero disfrutar el mejor regalo de toda mi vida.
—¿Más que el Xbox 360 que tu padre te compró? —. Billie bateo sus pestañas de manera inocente.
—Bueno ahora que lo dices…
Tomie fue callada con un golpe en el estomago, mientras unos labios hambrientos se apoderaban de los suyos de nueva cuenta. Robándole el oxigeno. A quien carajos le importaba, estaba en su propio paraíso terrenal entre los brazos de Anabelle.
—Ya veremos si quieres jugar con ese aparato después de que está embarazada con hormonas juegue contigo —amenazó Billie en tono juguetón desprendiéndola de la blusa.



2 comentarios:

  1. Ok, el banner está espectacular (creo que es un banner xD). En cuanto a la historia, tiene chispa y debo destacar la escena del "lazo", cuando estaba en bachillerato (secundaria) una amiga hizo casi lo mismo con su novio y se ofreció como regalo...todavía sigo pensando que es uno de los modos más tiernos de darse a sí mismo a otra persona...gracias por escribirlo, Merry-May!

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    1. Gracias, no soy muy buena en hacerlos ._.
      TwT me alegra infinitamente que te gustara, es uno de mis oneshoot's que más me han gustado. Y sí, es una manera hermosa de entregarse a alguien :'3
      Gracias por comentar mi dulce Belle <3

      Besos <3 ~

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